Síntomas del Lipedema

Dolor y sensibilidad al tacto por lipedema
Uno de los síntomas más característicos del lipedema es el dolor en las zonas afectadas, incluso sin la presencia de golpes o presión directa. La grasa acumulada en muslos, pantorrillas y brazos es extremadamente sensible al tacto, provocando molestias constantes. Esta sensibilidad es un rasgo distintivo que permite diferenciar el lipedema de otras afecciones como la obesidad, en la que no suele haber dolor asociado al tejido adiposo.
Además del dolor, muchas personas con lipedema experimentan una sensación de pesadez en las extremidades, lo que dificulta la movilidad y el desempeño de actividades diarias. El dolor puede agravarse con el paso del tiempo, especialmente si la enfermedad progresa a estadios más avanzados.
Fragilidad capilar y hematomas
Las personas con lipedema presentan una gran fragilidad capilar, lo que provoca la formación de hematomas con facilidad. Pequeños roces o golpes leves pueden resultar en moretones visibles, algo que no ocurre con la misma frecuencia en personas sin esta condición. Esto se debe a la debilidad en los vasos sanguíneos, que tienden a romperse con mayor facilidad.
Esta característica hace que el lipedema sea confundido con problemas de coagulación o circulación, cuando en realidad se trata de una condición propia de la enfermedad. La piel en las áreas afectadas suele ser fría al tacto debido a la deficiente circulación sanguínea en el tejido adiposo.
Acumulación simétrica de grasa
El lipedema se distingue por la acumulación de grasa de forma bilateral y simétrica. Esto significa que afecta ambas piernas o ambos brazos por igual, creando una desproporción evidente entre la parte superior e inferior del cuerpo. A diferencia de la obesidad, en la que el aumento de peso es generalizado, en el lipedema la grasa se localiza principalmente en muslos, pantorrillas y brazos, sin afectar los pies ni las manos.
Un signo característico es el «signo del calcetín», donde la acumulación de grasa se detiene abruptamente en los tobillos, generando un efecto de banda apretada en la piel. Esto ayuda a diferenciar el lipedema del linfedema, donde sí se observa inflamación en los pies y tobillos.
Piel fría y sensación de pesadez
La piel en las zonas afectadas por el lipedema suele ser fría al tacto debido a la mala circulación sanguínea. Esta característica está relacionada con la fragilidad capilar y la acumulación de líquido en los tejidos, lo que dificulta la oxigenación de la piel.
Además de la piel fría, muchas personas con lipedema experimentan una sensación constante de pesadez en las extremidades, especialmente al final del día. Este síntoma puede dificultar actividades cotidianas como caminar, subir escaleras o permanecer mucho tiempo de pie.
Con el tiempo, si no se trata adecuadamente, el lipedema puede evolucionar y provocar mayores dificultades en la movilidad y la calidad de vida de quienes lo padecen.