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¿Es hereditario el lipedema? El papel de la genética y los factores hormonales

El lipedema es una enfermedad crónica del tejido adiposo subcutáneo que afecta de forma casi exclusiva a mujeres. Su origen ha sido, durante décadas, un misterio médico, lo que ha contribuido a su subdiagnóstico y a la confusión con otras patologías como la obesidad o el linfedema. Sin embargo, cada vez hay más consenso sobre dos factores clave en el desarrollo del lipedema: la predisposición genética y los cambios hormonales.

Entender estos elementos no solo ayuda a explicar por qué aparece la enfermedad, sino que también permite una detección más temprana en mujeres con antecedentes familiares y una mejor planificación del tratamiento.

El patrón familiar del lipedema

Una de las características clínicas más repetidas entre pacientes con lipedema es la existencia de antecedentes familiares. Muchas mujeres que reciben el diagnóstico recuerdan que su madre, tías o abuelas presentaban una silueta corporal similar, con extremidades inferiores voluminosas y dolorosas, aunque nunca llegaron a ser diagnosticadas.

Se estima que entre el 60 % y el 80 % de los casos tienen un componente hereditario claro. Esta transmisión no parece seguir un patrón mendeliano simple, sino que probablemente sea poligénica y multifactorial, es decir, intervienen varios genes y factores ambientales que condicionan su aparición o severidad.

Aunque aún no se han identificado genes específicos responsables del lipedema, las investigaciones en curso apuntan a alteraciones en genes relacionados con el metabolismo del tejido adiposo, la integridad del sistema linfático y la respuesta inflamatoria. Esto explicaría por qué la enfermedad no afecta a todas las mujeres con sobrepeso ni a todas las que experimentan cambios hormonales, sino solo a quienes presentan una predisposición genética concreta.

La influencia de las hormonas en el desarrollo del lipedema

Además del componente genético, el lipedema presenta una estrecha relación con las hormonas sexuales femeninas, especialmente los estrógenos. La enfermedad suele debutar o agravarse en momentos clave del ciclo vital en los que se producen alteraciones hormonales importantes:

  • Pubertad: muchas adolescentes comienzan a notar cambios abruptos en la forma de sus piernas o caderas, con dolor y acúmulo de grasa resistente.
  • Embarazo: el aumento de estrógenos, la retención de líquidos y los cambios circulatorios pueden acelerar la progresión del lipedema.
  • Menopausia: aunque los niveles hormonales bajan, los cambios metabólicos y el envejecimiento del sistema linfático pueden empeorar la sintomatología.

Esta conexión hormonal ha llevado a investigar el papel de los receptores de estrógenos en el tejido adiposo. En mujeres con lipedema, estos receptores podrían estar alterados, provocando una proliferación desordenada de células grasas en zonas específicas del cuerpo, como las piernas y los brazos, respetando manos y pies.

Un estudio clave en esta línea, publicado en el International Journal of Molecular Sciences bajo el título “The Role of Hormones in Lipedema Pathogenesis”, profundiza en cómo las hormonas esteroides afectan directamente al tejido graso subcutáneo. Según los autores, la actividad estrogénica desregulada podría inducir una alteración en el equilibrio entre la formación y la degradación del tejido adiposo, lo que explicaría la acumulación crónica y simétrica de grasa característica del lipedema.
Puedes consultar el artículo completo aquí: https://www.mdpi.com/1422-0067/22/17/9295

Por qué se hereda, pero no se manifiesta igual en todas las mujeres

La predisposición genética y la influencia hormonal no siempre derivan en una manifestación clínica severa del lipedema. Existen muchos casos en los que la enfermedad permanece en grados leves o incluso sin síntomas evidentes. Esto se debe a que su expresión también depende de factores como el estilo de vida, la dieta, el nivel de actividad física, la exposición al estrés, la salud metabólica general y otros elementos aún no completamente comprendidos.

En este sentido, se habla de una enfermedad con base genética y activación ambiental, lo que significa que puede heredarse la predisposición, pero su aparición y severidad dependerán de otros factores.

Esta idea refuerza la importancia de la prevención en mujeres con antecedentes familiares. En hijas o hermanas de pacientes con lipedema, es recomendable estar alerta a los primeros signos de la enfermedad: dolor en piernas sin causa aparente, aparición de hematomas con facilidad, acumulación de grasa que no desaparece con dieta ni ejercicio, o sensación de pesadez persistente.

¿Se puede prevenir el lipedema si hay antecedentes familiares?

Hoy por hoy, no existe una manera comprobada de prevenir completamente el lipedema. Sin embargo, identificar la predisposición permite actuar de forma temprana, lo que sí puede ralentizar o mitigar su evolución. Entre las estrategias más efectivas en mujeres con riesgo genético se encuentran:

  • Adoptar desde etapas tempranas una dieta antiinflamatoria rica en vegetales, grasas saludables y baja en ultraprocesados.
  • Realizar actividad física moderada y regular, evitando ejercicios de alto impacto.
  • Evitar el sedentarismo prolongado y promover el drenaje linfático natural mediante movimiento y ejercicios respiratorios.
  • Acudir a valoración fisioterapéutica si aparecen molestias, pesadez o inflamación, incluso antes de tener un diagnóstico formal.

En centros especializados como Fisioclinics, se ofrece atención a mujeres en etapas iniciales o con antecedentes familiares, con un enfoque preventivo y de educación para el autocuidado.

La importancia del diagnóstico temprano

Comprender que el lipedema tiene una base genética y hormonal es clave para reducir el retraso diagnóstico, que en muchos casos supera los 10 años. La mayoría de mujeres no recibe una explicación adecuada sobre sus síntomas hasta que la enfermedad ya está en fases avanzadas, con pérdida de movilidad, fibrosis del tejido y disfunción linfática.

Cuando se realiza un diagnóstico temprano, es posible instaurar medidas conservadoras que mejoran considerablemente el pronóstico. La combinación de fisioterapia linfática, dieta antiinflamatoria, ejercicio adaptado y soporte emocional permite aliviar síntomas y frenar la progresión.

Además, el conocimiento de la naturaleza hereditaria del lipedema permite a las mujeres anticiparse, reconocer los síntomas en su entorno y acceder a tratamiento sin pasar por años de frustración o desinformación médica.

Conclusión

El lipedema no es el resultado de malos hábitos ni de falta de voluntad. Es una enfermedad con un claro componente hereditario y hormonal, que se manifiesta en mujeres con predisposición genética y suele aparecer en momentos de cambios endocrinos intensos. Aunque aún faltan estudios genéticos definitivos, la evidencia clínica y científica respalda esta asociación.

Conocer este origen permite actuar de forma más rápida, adaptar las estrategias de tratamiento y reducir el impacto físico y emocional que la enfermedad genera. La detección precoz y el abordaje integral son las herramientas más eficaces que tenemos hoy para mejorar la calidad de vida de las mujeres que viven con lipedema.

Noviembre 25, 2025

Noviembre 25, 2025

Albi